CONFESIONES DE OTOÑO

DANZA Y PERFORMANCE

CARMEN, EL ARQUETIPO DEL TORO


Dirección y Creación: Guillermo Castrillón
Creación y Actuación: Carola Robles


"Ella como el toro de lidia, nace para morir, pero en el tiempo que revive nos cuenta una historia que transita entre lo cotidiano y lo mágico y nos habla de la urgencia por recuperar el centro para lo femenino, hasta entonces disperso, perdido o lastimado.“ Guillermo Castrillón

Carmen despertó desnuda al final de las hojas y la naturaleza muerta que envolvía su cuerpo. Fue recobrando vida lentamente, como una fiera sin memoria a salvo del dolor, bajo los árboles gigantes que iluminaban su mundo. En ese espacio ella se hallaba protegida, en paz y lista para la muerte. Lista para entrar de nuevo en contacto con la oscuridad y romper todos los muros que la aprisionan, que la limitan e irá de a pocos destruyendo en cada nueva gota de sudor.


Entre la seducción y la lujuria una mujer diablo se detiene a respirar frente a nosotros, confesándose insaciable y sedienta de más y más y más. Desde el erotismo de sus labios y la danza de su espíritu Carmen continúa desnudándose por dentro, mirándonos sin cesar y provocando nuestra imaginación a raíz de sus relatos profanos llenos de suspenso, de confesiones íntimas pero sin culpas. El lado más salvaje de su ser recorría cada una de sus respiraciones, sus memorias de fuego y placer bajo los gobiernos salvajes del instinto.

Así continúa la performance, llevándonos en constante viaje por el inconsciente animal de una mujer toro sin arrepentimientos, pero que va reconociéndose presa de una mente guardiana del placer y del misterio. Todo lo que sea capaz de devorar en pleno apogeo de su libertad nunca será suficiente.


Como bien señala Castrillón, Carmen y el toro llevan consigo una energía que los asocia a poderes oscuros de temeridad y destrucción, pero a la vez, son guardianes de una fuerza vital que proviene de sus entrañas, esa chispa de luz creadora que es parte de su destino, de su camino hacia la verdad en el cual logra despojarse de todo lo antiguo, lo pesado, lo pasado que ya no soporta más... es ahí donde nuestro personaje encuentra el valor de subir hacia lo alto de la montaña para refugiarse en ella, en su espíritu libre, en los sonidos amorosos de la Tierra y la presencia de la Luna que iluminará su camino hasta el final. Es en esa transformación azul donde quedará reflejada la esencia de esta última danza.


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* Una versión muy similar a esta nota salió publicada en la Guía de Arte Lima, edición mayo 2015


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