CRÓNICA DE TEATRO

Que entre risas descansen

PERIPLOP es el nombre de la obra que “La Tropa del Eclipse” presentó en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, en Colombia. Alex Ticona y Carlos Criado, payasos sobrevivientes a los embates del tiempo, junto a un perro fantasma, el esqueleto de una mujer guapa que baila desde los portales de la muerte, más otros inesperados protagonistas del público, divirtieron y emocionaron corazones desde el cálido escenario de Yuyachkani. Ésta fue la única función que ofrecieron en Lima. La última vez que los vimos antes de su viaje.


Foto: Johanna Valcarcel


HOMENAJE AL ESPÍRITU DE LA ALEGRÍA. Con una banda sonora del mejor cine mudo, y una lluvia torrentosa que nos habla de la noche desde afuera, la atmósfera nos ubica frente a la fotografía de un personaje sonriente que ha trascendido en el tiempo. La foto en blanco y negro aguarda en silencio al lado de unas velas apagadas, un par de aros y un clásico atuendo payasesco.



Foto: Johanna Valcarcel


Se abre una puerta lateral y entra el sonido de la lluvia para decirnos que hace frío en la oscuridad. Silencio, alguien se aproxima. Un hombre de verde entra sosteniendo una maleta roja y cierra su paraguas. Es Sasha, el payaso sensible del peinado raro y miradas tiernas. Entra lentamente a la sala de teatro, arrastrando en cada paso manchas de soledad y tristeza, como alguien que viene a visitar a un amigo que se ha marchado para siempre. Camina, nos mira con ternura y cambia la música de fondo con un simple gesto. El operador parece no entenderlo pero tras una seña más evidente comienza a sonar el track número dos. Nos vuelve a mirar haciéndonos reír para que disculpemos el retraso del sonidista. Todo es tan real en su rostro lleno de colores, que cualquier gesto suyo pareciera capaz de alcanzarnos.

Ubica su maleta al final del escenario y se prepara para deslizarse sobre una cuerda floja que yace en lo invisible. Lo hace sólo una vez pero no llegamos a fotografiarlo. Nos quedamos suspendidos en el limbo de la imaginación al verlo caminar sin perder el equilibrio. Ahora posa esa mirada pícara sobre nosotros, esa que a veces intimida porque sientes que se acerca hacia ti y - en menos de lo que crees - te llevará con él a su peculiar mundo arcoíris. Momento de angustia para los que sentimos vértigo al proyectarnos  siendo parte del espectáculo.   


Foto: Johanna Valcarcel


Felizmente escogió irse por la izquierda y una chica adolescente fue la primera de sus víctimas. La apoyamos con aplausos para que se anime por completo y acepte la invitación sin engreimientos. En el escenario Sasha la instruye en el arte de la cuerda floja. Intercambian códigos de lenguaje y todos tratamos de seguirles la corriente. Ella camina sorprendida con los dedos de su mano sobre una cuerda imaginaria. Luego, reinventa la instalación de una cuerda tensa entre sus dedos y el payaso interviene con un tercer personaje que baila para nosotros desde lo imaginario.
Es curioso, cuando estás delante de un payaso nunca sabes qué es lo que tiene en mente para ti; a pesar de haber crecido, tu lado más infantil, inconscientemente, todavía se resiste -y atemoriza- a dejarse llevar por ese extraño personaje de zapatos gigantes y pintura en el rostro. Sin embargo, ellos no buscan asustarnos, al final de todo sólo quieren hacernos sonreír. Por eso aplaudimos, sabemos que no es fácil volver a ser niños.

Momentos después, la puerta se abre para la aparición de Rongocho, un payaso viejo, barbón, sin escrúpulos, engreído y renegón. Sin embargo, posee una simpatía única que lo conecta rápido con el cariño del público; su amor por los perros nos revela su lado más blando y juguetón, pues no hay payaso capaz de enterrar en el olvido a su niño interior. Ése es el secreto de su eterna juventud.


Foto: Johanna Valcarcel

Justamente fue un niño a quien tomó por sorpresa cuando se acercó al público en cámara lenta, mientras nos preparaba una espesa sopa de mocos, ratas, pelusas, insectos y otros elementos malolientes, irónicos, desagradables. Jugó con su perro fantasma unos minutos para luego mostrarnos una de sus más originales rutinas de acrobacia. Algo parecido intentó hacer el niño que sacó al escenario, el mismo que fue a buscar para quitarle algunos piojos y meterlos en la olla caliente de ese extraño mejunje que echó a hervir minutos antes. Aunque el chico no fue tan ágil y deslumbrante como el perro, que nos regaló sus mejores volantines y saltos mortales, nos tomó por sorpresa cuando ladró rebelándose como un Gran Danés, listo para atravesar los aros y obstáculos del recorrido. Rongocho, que al comienzo parecía decepcionado por la poca elasticidad del muchacho, quedó bastante contento con su actuación.


Foto: Johanna Valcarcel
Así avanza la dinámica de esta obra, derramando magia y creatividad en cada momento. Pronto comprendimos que sin público no habría Periplop, pues la presencia de estos personajes, frescos e inocentes, fue clave para jugar con esta dosis de sorpresa e ingenuidad; motores de la risa desmedida que inundó el Yuyachkani.

Foto: Johanna Valcarcel


Otro momento divertido fue cuando le dieron de beber a un sujeto barbón una cucharada de la sopa áspera que inventó Rongocho. Luego de un rato volvieron a escogerlo, esta vez para tomarlo por asalto y envolverlo con una manta anaranjada en las instalaciones de una improvisada barbería. Sasha le dio la bienvenida y lo dejó a solas con el público mientras fue por la crema de afeitar y una navaja. El hombre se paralizó al verlo volver con esos implementos en la mano. Ambos payasos tuvieron que calmarlo para que siga participando del espectáculo. Luego de tratarlo bonito en un principio, Sasha hizo de las suyas y en un acto repentino le esparció con cariño la crema por el rostro. El público tampoco se lo esperaba y el tratamiento de la escena fue tan bueno que no dejamos de reír.


Foto: Johanna Valcarcel


La siguiente en subir al escenario fue una tímida muchacha de pantalón rosa. Súbitamente, sorprendida por la pícara invitación del payaso, nuestra fotógrafa fue perdiendo el roche  al ritmo de la música, mientras Sasha le explicaba cómo usar una bolsa de papel para atrapar cosas en el aire. Era aparentemente fácil, pero ella no entendía y cayó presa de un ataque de risa, que sumado a los gestos que nos hacía el payaso sobre su invitada - insinuando que estaba un poco loca porque se reía sola - fue suficiente para volver a crear otra ola de carcajadas que no pudimos contener. 


Superado ese momento, continuaron con el juego y otras personas del público se animaron a lanzar objetos para que la chica las atrape con la bolsa mágica que nunca aprendió a usar. Totalmente interactiva y dinámica la onda de Periplop. Sin duda, un montaje lleno de humor que juega con el público y nos refresca. La narrativa musical también es una forma de iluminación, pues acompaña a los personajes y hace de cada escena un momento inolvidable. Resalta la música de Mongo Santamaría, Pascal Comelade, una parte del Pagliacci y Emir Kusturika, entre otros grandes. 


Foto: Johanna Valcarcel


Al final de las risas llegó un momento sublime de soledad y baile entre Rongocho y el esqueleto de una mujer desaparecida. Probablemente, una amante importante en la vida del payaso, que aparece en su memoria cada cierto tiempo para sacarlo a bailar en medio de la tristeza. Momentos macanudos de mambo, lentas y chachachá. Una escena sentimental, precisa para despedirnos; llena de cariño, nostalgia y humanidad.


Es hora de partir e irse. Pero antes, los payasos de la tropa abren un círculo sagrado que reúne fotografías de personajes entrañables del cine y actores memorables como Cantinflas, Charles Chaplin, El Gordo y El Flaco. A todos ellos fue dedicada esta presentación, y desde el corazón del Yuyachkani elevamos nuestro cariño más grande, guardándolo en un cofre secreto en el que se quedaron los últimos aplausos de la noche.



Foto: Johanna Valcarcel



SOBRE LA COMPAÑÍA


LA TROPA DEL ECLIPSE es un grupo de teatro contemporáneo, fundado en 1997 en Lima. Desde sus inicios, investiga la mezcla de técnicas teatrales y circenses, dentro de las cuales elige profundizar en la construcción del PAYASO. En abril de 2012 fue invitada a participar en la edición número 13 del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá (FITB), el festival de teatro más grande de Sudamérica y uno de los eventos de artes escénicas más destacados del mundo, en el que durante 17 días se dan cita las compañías más importantes del globo y los maestros renovadores del lenguaje escénico. 

PERIPLOP
“Es un paso más de la Tropa del Eclipse hacia lo que se llamaría la teatralidad del payaso. Las escenas están basadas en un sinnúmero de acontecimientos. Si bien es cierto los payasos siempre son concebidos como los personajes de hilarante alcurnia, en este proyecto se quiere recuperar lo que alguna vez un personaje llamado Charlot, encarnado por el genial Charles Chaplin, hiciere en el cine mudo, demostrar que un payaso tiene ese lado humano para poder evocar sentimientos más allá de solo la alegría”.  - Confesiones de La Tropa. 

Durante 50 minutos los actores recobran la escuela de los payasos clásicos, contando historias sin necesidad de texto. "Es un homenaje a maestros y payasos que siempre están ahí para recordarnos que un payaso que no tiene problemas no es payaso. Ahí está su paralelo con el resto de la humanidad", subrayan los actores Carlos Criado y Alex Ticona, creadores de la obra. 

Elenco: 

Sasha - Alex Ticona
Rongocho - Carlos Criado



 
*Esta nota salió publicada en la Guía de Arte de Lima, Julio 2012.

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