EL REBELDE DE BEIJING
Hiding in the City No. 94 — In The Woods, 2010. Photo: courtesy of Eli Klein Fine Art, © Liu Bolin |
EL MULTIDISCIPLINARIO ARTISTA LIU BOLIN CONTINÚA ELEVANDO LA VOZ DE SU PROPUESTA DESDE LOS UMBRALES DEL SILENCIO
A Liu Bolin le fascina desaparecer. Su cuerpo es un lienzo que usa para mimetizarse con el entorno, expresando desde la quietud su rebeldía hacia el sistema, sumergido en la realidad del momento, con ojos cerrados y causando efectos fantasmales que invitan al asombro y a la toma de conciencia.
Nació en China en 1973 y es originario de la provincia de Shandong. Al crecer estudió en la Universidad de Shandong de las Artes y en el aula de escultura de la Central Academy of Fine Arts en Beijing. Aunque no es modelo de body painting Liu es feliz mientras bañan su cuerpo con pintura, pues es parte de su exploración por las artes visuales que le han permitido encontrar nuevos escondites y pasar desapercibo frente a espectadores de todo el planeta.
Para el maestro del camuflaje las cosas nunca fueron fáciles. Sin embargo, la misma adversidad a la que se enfrentó desde joven, fue también la que ha inspirado sus más grandes trabajos. Hoy, cada uno de ellos expresa un poderoso mensaje de transformación que intenta despertar en las personas sentimientos de reflexión acerca de la sociedad en la que viven, donde el individuo común parece no ser nada importante.
"No encajo en las sociedades modernas. Cuando me gradué no podía encontrar trabajo y sentí que no había lugar para mí, me vi expuesto a su lado oscuro y me sentí innecesario. Desde ese entonces dejé de ser tan dependiente y empecé a rebelarme contra el sistema", confesó en una entrevista luego de llamar la atención del mundo en el 2011 con su extraordinaria serie “Escondido en la ciudad”, su obra más influyente hasta el momento.
Bolin decidió trabajar en ella cuando el gobierno chino destruyó Suo Jia Cun, la ciudad donde residía y que tuvo la mayor concentración de artistas por km2 de toda Asia, pues albergaba a 126 artistas chinos y más de 100 estudios. Corrían los años noventa cuando ese mismo grupo de creadores organizó la revuelta artística Beijing International Art, para denunciar la escasez de recursos aportados en China para la cultura. A través de internet convocaron una concentración multitudinaria que llamaron “Beijing International Artist's Camp Bulldozed”, y pretendía enfrentarse a los remolcadores que amenazaban la ciudad. Lamentablemente, los bulldozers fueron más poderosos y todo lo redujeron a escombros.
Bolin sintió el llamado de su espíritu revolucionario y decidió revelarse para mostrar que el Estado jamás acabaría con el arte. Fue así como empezó a desaparecer hasta volverse invisible, a esconderse en espacios urbanos a través de intervenciones artísticas para manifestar sus sentimientos y visiones acerca de la sociedad china, considerándola como una protesta silenciosa en contra del Gobierno y su persecución a los artistas. Desde entonces su arte se volvió una especie de denuncia social.
Foto: Eli Klein Fine Art |
Justamente es el background de Bolin lo que hace tan original su propuesta, capaz de reflejar al individuo común, al ser humano contemporáneo, como un ser que no existe para los gobiernos. Y aunque no todo el mundo lo entienda, las intervenciones de Liu siempre despiertan intriga, curiosidad y buen humor en el corazón de las personas que pasan frente a ellas. “Mi trabajo es un reflejo de los problemas sociales causados por el desarrollo”, sostiene el artista.
Las artes visuales fueron claves para desarrollar su imaginación y aprender a camuflarse como un hombre serpiente que cambia de piel y se pierde en el paisaje. Tras más de diez horas de pintura y todo un ingenioso despliegue fotográfico consigue, con la ayuda de sus asistentes, mimetizarse con casas derrumbadas, calles, murales, juguetes de supermercados, bosques, esculturas y monumentos históricos - iconos de la cultura china - como la Gran Muralla, el Templo de Sol y la Ciudad Prohibida. Un sinfín de elementos urbanos dentro de los cuales el artista se introduce como si atravesara portales imaginarios hacia otras dimensiones, donde aquello que pasa desapercibido contiene el potencial perfecto que busca Bolin, capaz de revelar el verdadero sentido de su obra.
En pocas palabras, estamos frente a uno de los artistas modernos más representativos de la cultura China en el mundo de hoy.
Las artes visuales fueron claves para desarrollar su imaginación y aprender a camuflarse como un hombre serpiente que cambia de piel y se pierde en el paisaje. Tras más de diez horas de pintura y todo un ingenioso despliegue fotográfico consigue, con la ayuda de sus asistentes, mimetizarse con casas derrumbadas, calles, murales, juguetes de supermercados, bosques, esculturas y monumentos históricos - iconos de la cultura china - como la Gran Muralla, el Templo de Sol y la Ciudad Prohibida. Un sinfín de elementos urbanos dentro de los cuales el artista se introduce como si atravesara portales imaginarios hacia otras dimensiones, donde aquello que pasa desapercibido contiene el potencial perfecto que busca Bolin, capaz de revelar el verdadero sentido de su obra.
En pocas palabras, estamos frente a uno de los artistas modernos más representativos de la cultura China en el mundo de hoy.
Courtesy of Liu Bolin |
TEXTO: LUIS F. CISNEROS
* Este texto fue publicado en la la Revista G&G Joyeros, en Julio 2013, la última edición con la que colaboré en la Editorial Letras e Imágenes.
Comentarios
Publicar un comentario