LA SOMBRA DEL CIRCO


Julio 2014 / Puerto Maldonado

Salí a caminar un rato bajo los últimos vestigios de la lluvia. Al llegar a la esquina de la bodega en busca de frutas, divisé a pocos metros una hermosa y azulada carpa de circo, con matices de colores y todo ese atractivo tan singular de las dimensiones circenses.

Los carteles de la entrada anunciaban un programa aparentemente interesante: “Show en vivo de los Robolets / La Increíble Mujer Foca / El Hombre Araña vs. Venom / Aerolistas Suicidas / Danza Árabe – Show Girls, Malabaristas y Payasos de América”.

Mientras merodeaba por las afueras se me grabó en la retina una primera imagen de maltrato animal: un perro flaco atado a una de las tribunas. “Aguarda” dije, “no sean maleados, esto ya no pinta bien”. Giré la mirada hacia los bordes de ese encuadre y sentí la carpa toda desolada, con cierta atmósfera de misterio. Un hombre terminaba de comer su rancho y me dijo con poca gracia que me retire, que afuera podía informarme de la función. Así que eso hice. Cuando estaba por irme noté que había una pequeña carpa unos metros más allá, pensé que quizá ahí obtendría más informes del circo. Y ciertamente los obtuve…

¿Reyes de la selva?


Entré a la carpa para ver las instalaciones y sí, estaban muy chéveres. Amplio espacio para las tribunas del público, una pista de arena circular perfecta para el espectáculo y, por si fuera poco, un trapecio blanco brillaba en el silencio.

Noté que había un hombre comiendo algo raro en un taper blanco, escondido hacia el borde de las gradas. Me adentré un poco y noté a un perro lindo pero encadenado a las tribunas. El hombre seguía aguardando en silencio mirando cómo me acercaba. Entonces alcé la mirada y le pregunté dónde daban información, me dijo que a las 8y30pm empezaba la función, que no podía estar ahí y que afuera podía preguntar más sobre el programa. 

Al salir me topé con dos grandes y hermosos leones africanos enjaulados, dando vueltas llenos de angustia y desolación… me acerqué un poco más hacia ellos y divisé otro extraño hombrecito sin voz ni colores que se mantenía medio escondido al lado derecho de la jaula.


Primera vez que tenía un león tan hermoso frente a frente, sólo unos centímetros y aquella jaula gris nos mantenían separados. Pero por dentro, desde el corazón y la mirada, logramos conectarnos. Todo su ser era precioso. Demasiado libre y salvaje para continuar el resto de sus años encadenado a las ambiciones económicas de nadie. Y ellos no son parte del programa, ni siquiera tienen ratos de libertad en los que puedan presentar algún número circense o hacer alguna maroma. Sólo los tienen como atractivo para llamar la atención de niños, familias y todo tipo de gente que todavía los considera un objeto de atracción, o una razón más para comprar los boletos de la función.

Fue mayor el descaro cuando más de una vez vi al elenco del circo Rolex dando vueltas en un camioncito por las calles y avendias de Maldonado, perifoneando e invitando a la gente a que vaya a verlos mientras lucían a sus leones enjaulados, sin vida y sin ilusiones. 


Aquellos animales tan grandes y solitarios continúan atrapados en medio de una jaula de egoísmo e indiferencia, con los ojos agrandados por la angustia y el maltrato. Atrapados desde esa realidad me veían silenciosos tras las rejas de un mundo injusto que se hace llamar circo.

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Desde esta plataforma compartimos este artículo para crear conciencia acerca de las injusticias que ya no podemos seguir viendo como algo normal. Si crees que ya no deben permitirse animales en los circos te invitamos a compartir este post y a apoyar a las instituciones que defienden los derechos de los animales. 

¡Juntos somos el cambio! 
¡Seamos la voz de los que no tienen voz!

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